28 de septiembre de 2024

Corazones Tandil

Corazones Tandil. Una lucha contra la pobreza y la desigualdad, con la empatía y el amor como escudos

"Que lo injusto no me sea indiferente", en la voz de Luciano Pereyra se oía mientras entrabamos al mundo de Corazones Tandil. Cada estrofa de esa canción cobró sentido en las palabras de Daniel, Fede y Ori que todos los días le hacen frente a la pobreza, un monstruo grande que pisa fuerte a nuestra gente.

Mientras vemos en las primeras planas de los medios, los
fríos números que siguen contando la cantidad de pobres que hay en nuestro
país, los porcentajes de niños y niñas que por días no tienen qué comer y las
inimaginables necesidades de miles de abuelos y abuelas. Para algunas personas
son sólo cifras y para otras, que miran con los ojos de la humanidad y la
empatía, cada número esconde detrás una historia. Son historias de sufrimiento,
de necesidades básicas insatisfechas. Historias de abandono, de angustia que
para algunos son imposibles de ignorar.



En un rincón de nuestra ciudad, hay un teléfono disponible
las 24 horas del día para brindar asistencia, no sólo alimentaria, sino también
de abrigo y el socorro en situaciones de vulnerabilidad.



El celular de Daniel suena a cualquier hora "la gente
sabe que puede contar conmigo las 24 horas de día, porque uno no elige cuándo
le pasa algo, por eso estoy...siempre para lo que necesiten", cuenta este
hombre de 45 años que hace 9 es el motor de Corazones Tandil, un grupo de personas
que brinda asistencia a abuelos y abuelas, a mujeres solas y niños de los
distintos barrios de nuestra ciudad.



En el grupo una docena de personas se dividen las tareas de
logística para retirar donaciones, para destinarlas, llevan una carpeta en la
que anotan por familia qué necesidades tienen y gestionan cómo conseguir las
ayudas. Los lunes alguien se encarga de recolectar las donaciones y los martes
Daniel lo dedica a cocinar para, ese día, hacer el recorrido llevando las
viandas.



Mientras en la radio suena la versión de Luciano Pereyra de
"Sólo le pido a Dios", Daniel y Federico controlan que el guiso de
arroz con pollo termine de cocinarse y Ori ultima detalles para el reparto de
ropa y juguetes que llevarán de sorpresa a algunos niños y niñas a los que
asisten.



El tiempo y la dedicación con la que arman cada paquete dan
cuenta de la importancia que le dan a cada persona, no son "casos",
son familias que terminan siendo como la propia. "En ocasiones nos toca
atravesar situaciones que te parten el alma, chiquitos vulnerados, abuelos
solos que a veces te tienen un ratito más para tener a alguien con quien
charlar", dice Daniel mientras se seca las lágrimas recordando algún caso
que lo atravesó y lo cambio para siempre.



En la etapa de preparación la ansiedad desborda esperando
que todo salga bien, hay alegría por llevar la asistencia y ver las caritas de
la gente agradecida.



Se prepara la combi, con la gran olla porque "la gente
espera con algún recipiente para que la comida este caliente". En esta entrega
también recibirán postres y pan. "Intentamos reforzar las viandas porque
nos está pasando algo que no nos pasaba, que es que al día siguiente algunas
personas nos preguntan si nos quedó pan o algo para llevarles porque no tienen
nada qué comer".



Fede maneja la combi con los alimentos, atrás lo siguen, con
las donaciones de ropa y juguetes Daniel y Ori, que van en otra camioneta con
un señor que se acercó para colaborar con el transporte enterado de que
"faltaba un vehículo". Así funciona, porque, así como ante la
necesidad aparece Corazones Tandil, también hay vecinos que se convocan cuando
el grupo lo necesita y dan una mano.



Ya estamos en marcha, salimos desde Aeronáutica Argentina
2800 y la primera estación es la casa de Luisito, uno de los consentidos del
grupo. Un niño con discapacidad que vive con su mamá y hermanos muy cerca de lo
de Daniel.



Hasta allí acompañamos a éste pintor de obra que supo
trabajar en el estacionamiento del Cristo en las Sierras y hoy intenta no sólo
ayudar sino llevar ejemplos. "Nosotros no damos comodidad, sino que
brindamos asistencia a aquellos que no pueden salir a trabajar o procurarse el
alimento. Queremos también dar el ejemplo de que el camino para salir adelante
es el trabajo", cuenta.



Llegamos a lo de Luisito, de manera muy gentil nos atiende
su mamá, que nos da la bienvenida. Paola trabaja por horas pero se le hace muy
cuesta arriba mantener a sus hijos en especial a Luisito que tiene muchas
necesidades. "A Dani lo conozco hace años, es muy buena onda, siempre esperamos
los martes", dice Paola, mientras se niega a pedir de más, aunque Ori le
pregunta insistentemente si está segura de que no necesita otra cosa.



En esta casa humilde también se criaron dos hermanos de
Luisito, "uno de ellos estudia el profesorado de lengua y mi hija la
carrera de Asistente Social", dice con orgullo la jefa de hogar.



Después del cálido saludo de despedida, nos vamos junto con
el grupo, en la puerta ya en la oscuridad de las calles de Sans Souci, la
pregunta inevitable...¿cómo se sienten? Ori baja la mirada y dice "yo no
hablo porque lloro", Fede se mantiene serio y Daniel esboza un
"tristes".



Saben que están haciendo bien, pero también están seguros de
que no es suficiente, de que no van a poder cambiar la realidad de esa familia
que quedó detrás de la puerta.



A nosotros, sin embargo, Corazones Tandil, nos da esperanza.
Saber que hay gente que puede mirar por el otro nos hacer creer que es posible
otra realidad, que lo injusto no les es indiferente y que todos los días
aportan su granito para que el monstruo grande que es la pobreza, no pisotee a
nuestra gente.



Cómo colaborar con Corazones Tandil



Quienes desean tener más información sobre el grupo
Corazones Tandil pueden comunicarse al teléfono 2494017076



Instagram: corazones_tandil1994



Facebook: https://www.facebook.com/lore.wal.5

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