14 de febrero de 2024

Gacetillas

Gacetillas. Nota de la Asociación Sanmartiniana por el "Bicentenario del exilio de San Martín"

El 20 de septiembre de 1822 San Martín renunciaba a su cargo de Protector del Perú, depositando la soberanía en el congreso inaugurado. Terminaba así su excepcional trayectoria pública para internarse en su chacra Mendoza, como él anhelaba, en los placeres de su vida doméstica y familiar.

Así en 1823 lo tenemos
en su "ínsula cuyana" pero durante de ese año que duró su estadía en su
chacra de Barriales, alejado ya de su ajetreada vida pública, fue atacado,
injuriado y espiado por el circulo de gobierno capitalino, donde uno de sus
líderes indiscutidos le seguía siendo Bernardino Rivadavia y el partido del
orden, el cual no le perdonaría su desobediencia de sumarse a la guerra contra
los caudillos para salvar de esta manera su plan continental de liberación y
ser consecuente con una de las máximas que regló su actuación pública: "mi sable jamás desenvainaría por cuestiones
políticas".



Así se lo decía a su gran amigo O'Higgins desde Bruselas.
"confinado en mi hacienda de Mendoza y sin más relación que con algunos vecinos
nada bastó para tranquilizar la desconfiada administración de Buenos Aires.
Ella me cercó de espías, mi correspondencia era abierta con grosería..."



Dada esta situación tomo la decisión de un exilio temporario
a Europa, pero solo después de pasar por Buenos Aires, construir una lápida
sobre la tumba de su mujer Remedios de Escalada a cuya agonía no pudo asistir y
llevarse a su hija Mercedes. Además de ocuparse de la ocupación de su hija San
Martín llevaba como objetivo seguir bregando por la seguridad y el
reconocimiento de la independencia de los países que había contribuido a
liberar.



El 10 de febrero de 18124, don José de San Martín,
Generalísimo de los Ejércitos del Perú, Capitán de los Ejércitos de Chile y
Capitán Gral. de los Andes, embarca en el puerto de Buenos Aires en el navío
francés Le Bayonnais con destino a Europa. Inicialmente se estableció en
Bruselas con su familia. Más tarde se mudó a Francia, viviendo en París para
luego trasladarse a Boulogne-sur-Mer donde finalmente murió.



Durante su exilio, San Martín mantuvo correspondencia con
varios líderes latinoamericanos y europeos y se convirtió en persona de
consulta por prominentes estadistas de Europa como también en visita obligada
de importantes figuras políticas de su patria, como Alberdi, Sarmiento, entre
otras. Siempre mantuvo un interés constante en los acontecimientos políticos de
las repúblicas nacientes que el mismo contribuyó a formar, en medio de periodos
de grandes estrecheces económicas debido a sueldos, pensiones atrasadas y sus
eternos problemas digestivos y articulares.



En 1830 estalló una revolución en los Países Bajos donde le
ofrecieron al general José de San Martín el mando de sus tropas, lo que éste
rechazó, proponiendo en cambio, en cambio, a su camarada y amigo, el general
español Juan Van Halen. Los incidentes hicieron que padre e hija marcharan
hacia París para radicarse definitivamente en Francia.



Durante la intervención militar francesa en 1838 y su
bloqueo a Buenos Aires, al enterarse San Martín le expresaba a Rosas: "que, si
aquel lo creería necesario, esperaría sus órdenes, y que tres días después "me
pondré en marcha para servir a la patria honradamente, en cualquier clase que
se me destine".



En la intervención anglo-francesa entre 1845 y 1850 dos
cartas escritas por José de San Martín muy poco tiempo después de iniciarse
el conflicto; en la primera,
respondiendo a una consulta de Federico Dickson, cónsul general de la
Confederación Argentina en Londres, intenta desalentar la continuación de
hostilidades por parte de Gran Bretaña y Francia; en la segunda, escrita pocos
días más tarde, se dirige a Rosas calificando la intervención de "injustísima
agresión y abuso de la fuerza de la Inglaterra y Francia" y manifiesta su apoyo
al gobernador de Buenos Aires, lamentando ya no poder ofrecer sus servicios por
su deteriorado estado de salud.



Su ostracismo autoimpuesto no olvidaba su patria, así lo
expresaba uno de sus pocos amigos, Tomas Guido, en una carta desde Bruselas:"
Creerá Ud. que mi alma encuentra un vacío que existe en la misma felicidad.
¿Sabe Ud. cuál es? Pues el no estar en Mendoza. Ud. se reirá. Hágalo. Pero le
protesto que prefiero la vida que seguía en mi chacra, a todas las ventajas de
la culta Europa".



Para corroborarlo, basta de la disposición cuarta de su
testamento, en la que dice: "Prohíbo el que se me haga ningún género de
Funeral, y desde el lugar en que falleciere, se me conducirá directamente al
cementerio sin ningún acompañamiento, pero sí desearía, el que mi corazón fuese
depositado en el de Buenos Aires."



Porque fue ausencia, pero jamás olvido.



Prof. Jorge Menéndez



ACS Tandil "Padre de la Patria"

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