19 de agosto de 2024
El sábado por la noche, la Feria del Libro recibió a otro de sus grandes invitados: el escritor Luciano Lamberti, ganador del premio Clarín Novela 2023 que vino a presentar "Para hechizar a un cazador", en diálogo con Esteban Godoy, quien lo precedió en la charla, en la misma sala, hablando de su primera novela "Nadie a quien esperar".
Lamberti es uno de los mayores referentes de la literatura de terror en nuestro país, un género que, en los últimos años, ha ido escalando en lectores y ventas y que tiene a la escritora y periodista Mariana Enríquez como "la reina", como suelen denominarla en la industria nacional. Precisamente a ella se refirió cuando Godoy le preguntó cómo había llegado a ese "titulazo" que funciona todo el tiempo, a cada incógnita que va planteando el relato. "Cuando empecé a escribir la novela no tenía nada cerrado: lo único que sabía es que me iba a meter con el mundo de la brujería y el satanismo y tenía que leer sobre eso. Fue Mariana Enríquez quien me sugirió bibliografía satánica y me dijo que me comunicara con Federico Fahsbender -panelista de "Duro de domar", un profundo conocedor del tema quien, entre otras lecturas, me mandó a leer "La clavícula de Salomón"; uno de sus capítulos se titulaba "Para hechizar a un cazador": ahí supe que tenía el nombre de mi novela.
Godoy hizo la pregunta que surgió mentalmente en gran parte del numeroso auditorio que acudió a la charla: "ya tenías la idea del cazador o apareció en ese momento?"
"El título -respondió Lamberti- llegó muy temprano, en el proceso previo de lectura, con lo cual ordenó bastante. Es difícil escribir una novela sin planificar pero yo escribo con poco acierto, lo cual implica escribir un montón, tirar otro tanto y reescribir todo el tiempo, más que saberlo todo. Es mi forma; hay escritores como Guillermo Martínez que sabe toda la historia antes de escribirla: 'yo no puedo empezar a escribir un cuento si no sé el final, dijo una vez que lo invité a mi taller. En cambio, yo voy descubriendo qué quiero contar a medida que avanzo, no me molesta escribir a ciegas, poniendo el cuerpo, es una especie de punto intermedio entre tener todo planeado y meterse en el monte con un machete a buscar la historia"
¿Cómo te funciona ese método?
En el terror tenés el enorme desafío de asustar a la gente. Por eso en lo primero que pienso es en las cosas que a mí me producen miedo o en aquellos cuentos que más me asustaron. Pero como dice Stephen King, uno saca la basura en lo que escribe y le agrega cosas que no experimenta en la vida o que ni siquiera piensa pero que, en algún punto, no tiene resueltas, que ni siquiera están en primer plano pero que la escritura contribuye a simbolizar. Es como una especie de terapia.
Finalmente, Godoy fue al hueso del relato, una historia de terror en tiempos de dictadura militar. Pero un terror resignificado, nacido en el plano atávico de lo siniestro.
"A mí me sigue asustando mucho 'La pata de mono', el mejor relato de terror que he leído- escrito, curiosamente, por el humorista W.W. Jacobs y que luego reescribió S. King con "Cementerio de animales". Ésa fue una de las ideas que me guiaron en la escritura de esta novela: ahí apareció la dictadura.
Pero no quise escribir una novela sobre la dictadura militar. Es muy difícil no repetir lo que ya todos sabemos; lo resolví escribiendo una novela que no explica qué pasó en la dictadura sino pensando en un lector que ya sepa bastante del tema, buscando más bien una nueva dimensión a esos horrores, reversionando la idea del pacto satánico donde la tragedia transita sobre límites difusos entre víctimas y victimarios, en un pueblo que tiene una fisonomía similar a San Francisco (su pueblo natal, en Córdoba) donde 'la nada' y el páramo pueden ser, al mismo tiempo, serenos y amenazantes", sintetizó.
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