12 de marzo de 2025
"Me han dicho que tengo rasgos árabes, pero mi ascendencia incluye tanto la europea como la indígena. Diría que mis rasgos 'árabes' son, más bien, andinos.
Siempre hemos escuchado sobre la ascendencia europea de los
argentinos, pero ¿cuánto se habla de nuestra herencia amerindia? ¿Por qué
conocemos mucho más sobre nuestros antepasados europeos? ¿Es parte de la
invisibilización de ciertos grupos propia del racismo estructural?
Que no todos los argentinos tienen ascendencia europea es un
hecho, y, si bien la mayoría tiene algún ancestro europeo, estudios genéticos
demuestran que el 70% tiene ascendencia amerindia en alguna proporción.
Sin embargo, la potencia del mito de la Argentina blanca y
europea es tal, que aún hoy es dominante en la sociedad argentina. Esto
presupone que el resto, como ha dicho Ezequiel Adamovsky, los no-blancos, los
marrones, indígenas o afrodescendientes, son ciudadanos de segunda, a quienes
no solo se los postergó históricamente, sino que también se los discrimina e
invisibiliza.
Particularmente en Argentina, el racismo está atravesado por
una combinación de factores étnicos, económicos, culturales y políticos. Esto
es lo que se conoce como racismo estructural. Así lo definió el disuelto
Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI),
que aludió a la discriminación combinada por nacionalidad, nivel socioeconómico,
color de piel, lugar de origen y pueblos indígenas.
En ese sentido, expresiones despectivas como 'negros de
alma', 'marrones de alma' o 'de mente' aluden a un conjunto de características
asociadas con la pobreza y la marginalización. Se usan para referirse a
personas que, aunque no tienen la piel marrón o negra, son vinculadas
igualmente con esos colores por compartir ciertas características en su forma
de hablar, vestir, etc.
Por eso la piel marrón, los rasgos andinos son indeseados:
es el color de los sectores marginalizados, de los pobres, de los
sistemáticamente postergados, a quienes tranquilamente se les puede llamar
'incivilizados' o menospreciar, cuyos rasgos son invisibilizados y que, acaso
por lo mismo, no podemos reconocer en nuestros compatriotas.
Si la supuesta inferioridad racial antes se consideraba
racional, hoy sabemos que biológicamente no existen razas humanas. El concepto
de raza, así como el de racismo, es una construcción social que puede
modificarse, como ya lo ha hecho a lo largo de la historia: no siempre estuvo
vinculado a la etnia, por ejemplo.
Aunque la discusión sobre el problema del racismo está
adquiriendo cada vez mayor relevancia, estamos viviendo una coyuntura de
revancha contra algunos avances en materia de derechos y reconocimiento de la
diversidad. Por eso, la marcha del 1 de febrero contra las aberrantes
declaraciones del presidente no fue solo LGTBIQ+, sino también antirracista.
Afortunadamente, hay estudiosos, discursos y organizaciones,
como el colectivo Identidad Marrón, que ponen sobre la mesa los problemas que
implica el racismo estructural, que, entre otras cosas, insiste en ocultar que
Argentina no es blanca".
Por Nadia Ferreiro (41313269)
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