Olor nauseabundo por criaderos . Algo huele muy mal en María Ignacia

Años de olor intenso, por momentos nauseabundo, en el centro de María Ignacia, un pueblo de 2.000 habitantes donde los criaderos de chanchos impiden a los vecinos respirar aire puro, sano, tender la ropa, abrir las ventanas para ventilar, disfrutar del patio o la vereda.

Las "chancherías" están ubicadas en lotes urbanos, sobre calle 16 de Febrero y Uriburu, frente a la plaza y la cancha del Club Velense. Todos en Vela saben que en la víspera del ocaso, el hedor cobra fuerza ascendente. Y si llueve, todo empeora.

Vecinos de la localidad rural, perteneciente al partido de Tandil, relataron a LA VOZ DE TANDIL que la contaminación odorífera resulta "insoportable", incluso a 200 o 300 metros de los dos criaderos.

Los entrevistados coinciden en el derecho a un ambiente "respirable, sano, porque se trata del casco central del pueblo". Entienden que "ese tipo de microemprendimientos debe funcionar en las afueras del ejido".

"Queremos abrir la puerta, ir al patio, y el olor es tremendo. Se siente a dos cuadras del hospital, del geriátrico, del corralón municipal, y otros espacios públicos, de esto acá pareciera que nadie quiere hablar", comentó una velense.

Otra vecina especificó que en las cercanías de los criaderos porcinos, como es casi obvio, se juntan "moscas, ratones, es un olor que se siente por todos lados. En una de las chancherías en algún momento había 70 madres. Acá nadie está contra el trabajo de nadie, sólo que lo pueden hacer en un lugar más retirado".

También añaden que hace 2 años ingresó un reclamo en mesa de entradas de la Municipalidad de Tandil, pero las respuestas fueron nulas.

FEED LOT, EQUIPOS DE FUMIGACION

Por otro lado, los habitantes de María Ignacia saben del riesgo ambiental que implica vivir en la localidad, no sólo por los criaderos de cerdos. La calidad del agua corriente, con análisis químicos de resultados alarmantes; los feed lot (uno en calle Mitre, cerca de la vieja Escuela Media; y otro a 3 cuadras de la Estación de Ferrocarril, donde funciona un centro cultural); y los equipos de fumigación con agroquímicos, uno de ellos lindero a la escuela secundaria, encienden las luces de alarma.