13 de febrero de 2025
Por Néstor Di Paola
Los gatos son seres muy curiosos, exploradores, que buscan permanentemente aprender y descubrir. Finalmente, Idea, que es el nombre anarquista que lleva mi gatita predilecta, podrá conocer lo que es un barco de grandes dimensiones y apreciar las aguas del Río de la Plata en el trayecto desde Buenos Aires hacia Montevideo. El mismo río al que Juan Díaz de Solís llamó "Mar Dulce", y tenía razón.
Esta micro historia, es así. El martes intenté realizar el trámite para obtener el certificado de "buena salud" para Idea, que culmina con la firma de un médico veterinario habilitado por SENASA (Servicio Nacional de Sanidad Animal). Pero como esta persona se encuentra con sus merecidas vacaciones anuales, no lo pude cumplimentar al no haber reemplazante, cosa que a simple vista parece extraño e insólito para una ciudad como Tandil.
Si bien el trámite se puede realizar vía Internet, lleva una demora de alrededor de una semana, circunstancia también incomprensible en tiempos en que las personas, los grupos en general, se reúnen más a través del Zoom o similares, que de manera presencial. Y el correo electrónico llega al destinatario en cuestión de segundos.
Son falencias, errores, que los organismos públicos debieran
tener en cuenta para tratar de superarlos, ya que se trata de cuestiones que
pasan por el sentido común. Pero también por las personas. Todavía encontramos
seres humanos con sentido común y responsabilidad.
En efecto, a las pocas horas de hacer pública esta situación, recibí el llamado del doctor Tomás Cesio, médico veterinario a
cargo, precisamente, de la firma de estas certificaciones. En uso de legítima licencia,
pero que al leer el artículo entendió que en algún momento tendrá que
agilizarse el trámite "on line" por parte de Senasa, para adecuarse a los
tiempos que corren.
Cesio proviene de una familia con maravillosa historia en la
ciudad. Su bisabuelo don Segundo Cesio, fue pionero entre los fabricantes de
pastas en Tandil, ya que en 1919 fundó, junto con su primo, Virgilio Manera, la
célebre Fideería La Ligure, en el barrio de la Estación ferroviaria.
El producto se vendía en Tandil y buena parte del país.
Lo cierto es que este joven profesional suspendió por unas
horas sus vacaciones para abocarse a un tema que, si bien no es de vida o
muerte, pertenece al ancho mar -o río- del sentido común. Y vale destacarlo.
Gracias.
NÉSTOR DIPAOLA
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