08/11/2024
Desde el Municipio de Tandil reconocen, en el Dia del Trabajador y Trabajadora Municipal, la labor de dos mujeres que se desempeñan en su especialidad desde hace 25 años.
A diario cientos de trabajadoras y trabajadores municipales cumplen con sus tareas habituales, que, sin dudas, son fundamentales para la ciudad, para la implementación de políticas públicas y la prestación de servicios esenciales, que impactan directamente en la vida cotidiana de los tandilenses.
En el día del empleado municipal, que se celebra cada 8 de noviembre,
destacamos la historia de vida de dos trabajadoras que cumplieron 25 años de
servicio y que la próxima semana serán reconocidas por su trayectoria junto a
otros agentes de diferentes áreas comunales.
En ellas saludamos a cada uno de los trabajadores y
trabajadoras que desempeñan su labor con compromiso y dedicación.
Carolina Amonarraiz, coordinadora de la Ludoteca Municipal
Hace 9 años que Carolina Amonarraiz se desempeña como
coordinadora de la Ludoteca Municipal que funciona en la Casa de las Juventudes
de 11 de Septiembre y Arana. Pero es trabajadora del Municipio local desde hace
25, siempre en el área de infancias.
Carolina pertenece al personal de la actual Secretaría de
Desarrollo Humano y Hábitat y cuenta con un largo recorrido durante el cual fue
parte de diversos grupos de trabajo y acciones que, desde hace un tiempo, se
han comenzado a pensar para todas las juventudes, en plural: niños, jóvenes,
adolescentes y adultos mayores.
Pero sus inicios como trabajadora municipal fueron lejos del
barrio de la Estación: en el Cai Mater de Movediza. Allí, durante casi 20 años,
tuvo la posibilidad de ver cómo fue transformándose esa zona. "En estos 25
años he visto muchos cambios, pero la transformación de La Movediza es uno de
los más grandes. Cuando comenzamos a trabajar apenas había servicio de
colectivos, estaba despoblado y las calles eran de tierra. Con el tiempo,
aparecieron los barrios y los nuevos vecinos: la gente de los barrios de
autoconstrucción, de las Casitas de la Esperanza, la construcción del CIC y lo
que significó la reposición de la réplica de la Piedra para la identidad del
lugar y su gente. He sido testigo de esa transformación y aunque ya no trabajo
allí vuelvo mucho porque tengo mucha gente que quiero y que me quiere",
dice emocionada.
Hoy, su lugar es la Ludoteca Municipal, el predio que en
octubre de 2020 quedó reducido a escombros, a raíz de un incendio que se cobró
muchas pérdidas materiales pero afianzó el sentido de comunidad: ningún vecino
permaneció indiferente aquel mediodía de sábado. Todos acudieron a ayudar y,
con el apoyo de la gente y la voluntad de la gestión comunal, la Ludoteca
renació, fortalecida, de sus cenizas. "Fue muy triste ver cómo el fuego
consumió todo en pocos minutos. Sin embargo, nos sirvió para ver el amor que
toda la comunidad le tenía al espacio, cómo se pusieron la camiseta: no hubo un
vecino que permaneciera indiferente, todos se acercaron a dar una mano, a
colaborar, a donar juguetes y libros. Hasta el día de hoy seguimos recibiendo
donaciones y fue gracias a ese apoyo que pudimos levantarnos y seguir",
recuerda la docente.
En la reinauguración del predio, el intendente Miguel Lunghi
destacó la convivencia de muchas juventudes que requerían pensar aquella
reconstrucción desde diferentes políticas públicas que den respuesta a nuevas
inquietudes y desafíos. Las acciones y la respuesta de la gente consolidan esta
mirada del Estado comunal. "La gente del barrio y todos quienes participan
de las actividades se apropian mucho del lugar. Es una verdadera casa de las
juventudes: todas las generaciones encuentran propuestas, socializan, comparten
talleres, aprenden y disfrutan de esta casa", afirma Carolina.
25 años es mucho: mucha gente en el mismo camino, compañeros
que se hicieron amigos, directivos que ya no están en la función pública pero
cuyo respeto y reconocimiento por el trabajo compartido permanece a pesar del
paso del tiempo. "Lo más importante de estos años es el amor de la gente,
de los chicos que vi crecer y que ahora trabajan conmigo, los amigos que se
hicieron, la gente que quiero, respeto y que me respeta y quiere",
concluye.
Adriana Potín, enfermera de Maternidad en el Hospital
Santamarina
"La enfermería es mucha ciencia y mucha paciencia"
dice Adriana Potín, quien a poco de recibirse como enfermera -pertenece a la
segunda cohorte de la UNMdP (Universidad Nacional de Mar del Plata)- ingresó a
trabajar en el Hospital Municipal Ramón Santamarina donde el próximo 17 de
diciembre cumplirá 25 años de servicio.
Desde entonces nunca se fue: aunque Tandil era un destino
provisorio se terminó quedando, formó una familia -su esposo, también
trabajador municipal- "y seguiré hasta que Dios lo disponga",
asegura.
Adriana era muy joven cuando ingresó como rotante en el
servicio de enfermería del Hospital. La supervisora disponía donde la
necesitaba, sin embargo, recuerda especialmente el sector de Cardiología.
"El paciente cardíaco es fascinante, sabe que se tiene que cuidar, es muy
considerado y agradecido cuando acompañamos su cuidado, aunque siempre hay
algunos rebeldes", sonríe.
La enfermera se vuelve cercana e imprescindible, sobre todo
en las noches, donde las horas alargan las incertidumbres y las esperas.
"A veces, el paciente pasa mucho tiempo solo, por múltiples causas, ya sea
por el régimen de visita o porque su familia trabaja y no puede estar más
tiempo con ellos. Son esos momentos en que nos confían su historia, sus
experiencias, cómo llegaron a esas patologías, cuáles son sus miedos",
dice Adriana.
En 2001 hizo un
viraje de 180 grados: se convirtió en enfermera del sector de Maternidad donde
el perfil de la paciente es muy distinto y el recambio, permanente. El
contraste fue inmediato: "a veces estamos con mis compañeras ordenando la
sala y de repente aparece un parto y la dinámica cambia al instante", subraya.
En los últimos años, el trabajo de una enfermera de
Maternidad también se fue transformando a la luz de los cambios que
introdujeron nuevas miradas sobre cuestiones como el parto respetado y la
lactancia. "Nuestro trabajo acompaña los cambios que se registraron en
esos conceptos vitales que atraviesan la experiencia de maternar. Hubo
transformaciones en muchos aspectos, como la dinámica de trabajo en el servicio
o el tipo de paciente que llega entonces nos fuimos capacitando para acompañar
esos cambios, sobre todo quienes venimos de una formación profesional más
estructurada y conductista, donde la palabra del profesional era sagrada. Hoy
partimos de un paradigma distinto e interdisciplinar: el paciente es
protagonista y su voz es validada ante médicos de planta, residentes,
obstétricas y enfermeras", subraya.Adriana busca en 25 años una buena
síntesis de lo vivido como enfermera del Hospital. Entre muchas, elige una
anécdota. Habían pasado varios años luego de haber dejado la sala de Cardiología,
cuando un paciente se encontró con una mujer muy parecida a ella y le dijo:
"usted es mamá de Adriana? Mandele un abrazo fuerte de mi parte". Lo
cuenta y se le ilumina el semblante porque puede imaginarse perfectamente la
alegría de su mamá, al sentir que su hija sigue presente en la memoria de
muchos pacientes que encontraron en ella un sostén fundamental durante su
internación. Sin embargo, Adriana no duda: "es mucho más reconfortante
para mí, me da mucho orgullo por el trabajo que hacemos todos los días".
Adriana está a punto de cumplir 25 años trabajando en el
Hospital: no pasaron volando, pasaron bien, así lo define. El Hospital es el
lugar donde aprendió a valorar muchas cosas, sobre todo su profesión,
invaluable para ella y para quienes han contado con su acompañamiento. "La
enfermería es mucha ciencia y mucha paciencia, pero es maravillosa". Lo
repite, para que no quepa ninguna duda.
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08/11/2024
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