"El discapacitado independiente es algo moderno, hay que apuntar a la toma de conciencia para modificar estructuras"

Pablo Falco tiene 47 años, egresó de la escuela técnica Felipe Senillosa. Trabajó en una tornería, fue vendedor de planes en la calle, colectivero, remisero. A los 10 años le diagnosticaron diabetes y pasados los 30, comenzó un deterioro en su visión que lo llevó a estar hoy, prácticamente ciego. "Esta retinopatía diabética avanza y aunque hoy tengo algo de visión en un ojo gracias a una terapia de láser que me hice hace un tiempo (sólo ve sombras), sé que cualquier día de estos, puedo levantarme de la siesta y ya no ver nada", cuenta Pablo en la tranquilidad de su hogar.

Cualquiera de nosotros pensaría que él tiene una vida difícil, colmada de obstáculos, sin embargo, él la define como "divertida, entretenida" y es que no para. "Mi cabeza está todo el tiempo proyectando, analizando qué hacer. Me sumo a cada iniciativa que se me ocurra o que me propongan y la gente siente una especie de admiración cuando ve que un discapacitado se anima a pesar de...y ese sentimiento a mí me da más ganas de seguir haciendo".

La ceguera de Pablo más que en un obstáculo, es un trampolín. Empezó a practicar tiro con arco en el Aeroclub, hace kayak de vez en cuando con un amigo, integra el grupo Tandem con el que realiza caminatas y trekking en las sierras y hace un tiempo empezaron con las prácticas de fútbol para ciegos. "Nunca practique tiro antes de la ceguera, parece re loco, pero es todo técnica, me gustan estos desafíos. Ir a hacer kayak al dique me encanta, voy con un amigo que pobre hace todo el trabajo carga, descarga, pero bueno la pasamos bien. Las caminatas están buenísimas y hacemos buenos equipos con nuestros guías...y el fútbol, bueno, nunca fui bueno para el fútbol, pero ahora tengo la excusa".

Pablo, además, tiene un programa de radio que se llama "Al Tanteo" que se emite por la 94.7 La Popular los viernes a las 21 y es quien preside la CD de la Biblioteca Rivadavia.

Este tandilense es un motor que no descansa y su impedimento para mirar le ha permitido ver todo de otra manera. "Empecé a involucrarme con gente relacionada con la discapacidad. Viendo todo lo que se podría hacer, hay mucha gente con muchas ideas y tal vez les falta el impulso. Yo, tengo la suerte de siempre encontrar con quien contar para las cosas, para motorizar los proyectos."

Tiene una idea de la inclusión, que no es extremista y es hasta compasiva "muchas veces la inclusión está en el discurso, pero al no vivirlo, es difícil que la gente lo internalice, por eso no los culpo. Nosotros como discapacitados tenemos que mostrarles nuestras necesidades, ser perseverantes, no podemos pensar en que cosas que son así de toda la vida, cambien de la noche a la mañana, por pasos burocráticos, por costos, por estructura. El discapacitado en la calle es bastante nuevo, en la edad media ibas a un pozo, hace 30 años estabas en la pieza del fondo sentado al sol con una frazada en las piernas...es bastante moderno esto del discapacitado independiente y modificar estructuras sociales o rediseñar edificios es complejo y caro. Tenemos que primero, apuntar a la toma de conciencia", menciona.

"Desde que ando con el bastón me di cuenta de que la gente es súper solidaria, yo siempre fui muy crítico del tránsito y ahora sé que cuando la gente me ve, para o me esperan para ayudarme a cruzar. Tal vez otros piensan que en una sociedad tan materialista como la que vivimos, estas cosas no pasan, pero sí. Se habla mucho de la inclusión y de las denominaciones, son temas muy personales. Yo soy discapacitado, no tengo la capacidad de ver, soy ciego. Más allá de la semántica, para mí lo que sí tiene peso y lo que más me importa, es la intención. La inclusión es más la práctica, Tandil está en vías de ser una ciudad que pueda ser más inclusiva, y lo más importante ya lo tenemos, que es la solidaridad de la gente. ¿Qué más inclusivo que ser solidario?

SEÑALETICA EN PARADAS DE COLECTIVOS

En agosto de manera experimental se colocaron en tres paradas de colectivos unas placas con sistema braille con las indicaciones de las líneas, y las rompieron en cuestión de días. Este proyecto impulsado por el propio Pablo, no tuvo difusión, algo que tal vez hubiese ayudado a la hora de cuidarlos. "Eran prototipos plásticos, y lamentablemente no duraron nada, en la actualidad se están poniendo las metálicas que son definitivas. Mi aporte fue trabajar sobre la idea, y el municipio compró el material, para que yo hiciera la escritura. Ahora voy a planificar en qué otras paradas colocarlas, la idea es expandir del centro hacia las afueras. La placa tiene impresas en un plástico adhesivo todas las líneas, la que pasa por esa parada tiene en braille el número y el color y la que no el número y rayitas de manera que quien no sepa leer braille pueda darse cuenta fácilmente cuál es la que ahí no para".

El sistema braille puede aprenderse independientemente si uno es ciego o no, y Pablo, también dicta un taller en la Biblioteca los sábados por la mañana. "Yo aprendí en la Universidad con una profe con la que ahora somos compañeros en el grupo Tandem. El 2 de noviembre vamos a estar contando más del sistema en una jornada de cuentos que hace el Municipio".

El encuentro con Pablo se extendió por casi una hora, hablamos de proyectos, de trabajo, de la vida, de la sociedad. Le conté que desde el prejuicio pensé mucho en cómo formularle las preguntas para no incomodarlo, y me di cuenta que - y tal vez le pase a muchos otros - su discapacidad me incomodaba más a mí que a él.

Entonces, me permito cerrar la nota diciendo que sería todo menos complejo si miráramos todo desde la perspectiva de Pablo, ver la acción antes que la queja, plantear soluciones a los problemas, hacer por otros y poner colores donde otros piensan que sólo hay oscuridad.