09/08/2021
*Por Lic. Eduardo Ferrer (Concejal mandato cumplido)
Debo confesar que pensé una y mil veces cómo organizar esta
nota para el lector y finalmente me di cuenta que podía comenzar expresando que
el patrimonio de un pueblo es la raíz sobre la cual se construye su memoria y
se forja la identidad o las identidades. Por eso, su conocimiento, preservación
y difusión no es un lujo, sino una auténtica necesidad.
El historiador Jacques Le Goff decía que: "la memoria
colectiva de los pueblos no es espontánea, necesita de lugares donde
encarnarse, de espacios donde representarse y permanecer"; necesita, en una
palabra, de restos materiales" y también de lo inmaterial y natural.
En este contexto, Tandil, ciudad intermedia de la Provincia
de Buenos Aires ha sufrido en las últimas décadas algunos desajustes en su planificación
territorial, producto de grandes negocios inmobiliarios e intervenciones en el
patrimonio natural, como así también descuidos y abandono del patrimonio material
- entre otras cosas- que modificaron la fisonomía del territorio.
Recién, en los últimos años producto del reclamo de las
organizaciones, de legisladores y de la sociedad en su conjunto, se ha tomado
conciencia de que la preservación del patrimonio es sin duda, la mejor garantía
para la reconstrucción de la historia de los tandilenses.
El Dique del Fuerte, comenzó su construcción en 1956 y fue inaugurado
el 19 de enero de 1962, con la presencia del Presidente de la Nación Dr. Arturo
Frondizi, el Gobernador Oscar Allende, quienes fueron recibidos por el
Intendente Mario Elissondo. Esta construcción de ingeniería hidráulica que
pertenece al patrimonio material de la ciudad, junto al espejo de agua,
constituye una de las obras públicas más importantes realizadas en Tandil.
Según el Diario el Eco, en la historia del proyecto del
Dique figuran el Ingeniero Pedro Ernesto Picandet Bubost, su verdadero autor y
quien llevó adelante el control técnico; el Capataz mayor de la obra en
construcción fue Julián Palacios, junto al ingeniero civil hidráulico Carlos
Palacios (h) -entre otros-.
Por decreto provincial 3.914 el 9 de octubre de 1996 el Dique
pasó a llamarse ingeniero Pedro Picandet Bubost, aunque los tandilenses lo
sigan llamando "Dique del Fuerte".
Esta obra maestra que evitó muchas inundaciones sigue cumpliendo la función de regulador de las crecidas, reteniendo el agua en su lago y trasladando el caudal a los entubamientos.
El Debate sobre su intervención
Antes que nada, quiero expresar algunas consideraciones
personales: una cuestión son las intervenciones artísticas que recuperan los
espacios residuales urbanos en la medida en que los dotan de identidad y los
revitalizan y otra es intervenir un paisaje como el "Paseo del Lago", que requiere
plantear una estrategia para el conjunto del territorio, sin violentarlo,
analizando la funcionalidad de cada intervención desde planteamientos
ecológicos.
Las grandes infraestructuras como el Dique tienen que estar
acompañadas de unidades paisajísticas amplias, donde los núcleos, sus entornos,
las zonas de arboledas y los pastos, conformen entornos coherentes e
integrados, tranquilos para la gente, con un determinante claro del paisaje y
del patrimonio.
En este marco creo que deben debatirse dos asuntos: por un
lado, el Anexo 5 del Plan de Desarrollo Territorial de Tandil (Ordenanza Nro.
9865), que tenía entre sus bienes patrimoniales catalogados el Dique;
posteriormente surge la protección del Paseo Lago del Fuerte y sus inclusiones,
donde el Dique parece no estar en la lista (espero estar equivocado). Porque es
cierto que la Ordenanza N° 11400 del 2009 autoriza al Departamento Ejecutivo,
asesorado por la Comisión Permanente de Defensa del Patrimonio Cultural y
Natural para una ampliación de la descripción de los bienes catalogados, pero
no para una exclusión de los mismos, por lo que el Dique debiera seguir estando
en el listado del (PDT) como Patrimonio de los Tandilenses.
El otro asunto es el reclamo realizado por vecinos, artistas
y profesionales de Tandil, que con variados argumentos quieren impedir la
intervención con un mural en el Dique, explicando la sustentabilidad en el
tiempo y el mantenimiento de la obra; pero quizás la razón de más peso es el
Decreto 5839/89 que en su artículo 1 dispone que: "Los funcionarios públicos a
quienes corresponda la decisión acerca del destino de los inmuebles de
propiedad del Estado Provincial, (?), de una antigüedad de más de cincuenta
(50) años, (?), no podrán autorizar modificación o intervención alguna de
dichos inmuebles, ni su enajenación, sin la consulta previa a la Dirección de
Museos, Monumentos y Sitios Históricos, dependiente de la Subsecretaría de
Cultura de la Provincia de Buenos Aires".
"El murallón del lago fue inaugurado en el año 1962, es
decir hace más de 50 años. Es por ello que consideramos que constituye a las
claras un patrimonio con valor histórico, artístico y arquitectónico" que está
contenido y protegido en dicha normativa.
Pero más allá de las normativas -que deben cumplirse-
adhiero en su totalidad a la opinión vertida por la arquitecta Carolina Shedden
en redes: "esta pieza lejos de ser un muro que necesita maquillaje, es una
tremenda obra de ingeniería hecha con un material único y gracias a su
tecnología que se llega a la simplicidad y pureza de su forma. Ese material es
el hormigón armado Eso ES el murallón, hormigón. No le pidamos más, no es
necesario... Por favor no nos distraigamos con proyectos de colores que sólo
van a interrumpir el paisaje y arruinar nuestro patrimonio. Muchísimo más
urgente y necesario es restaurarlo y ponerlo en valor.
Ahora bien, la preservación del patrimonio implica acciones
educativas, de sensibilización y participación comunitaria, que garanticen el
desarrollo con pleno respeto a las costumbres y tradiciones locales. Hago
hincapié en estas consideraciones porque pienso que no debe subestimarse el
compromiso de la comunidad en el reclamo por el cuidado y puesta en valor del
"Dique del Fuerte". El Estado debe encontrar los mecanismos que garanticen la participación
colectiva en la toma de decisiones y para que ello suceda, no hay que tomar decisiones
unilaterales, ni manipular la cultura.
EL PATRIMONIO ES DE TODOS LOS TANDILENSES.
Finalmente, hace unos años atrás reclamé desde el Concejo
deliberante que no se cubrieran los adoquines de algunas calles de Tandil,
porque representaban la técnica de los picapedreros que dejaron en nuestra
ciudad obras públicas inigualables. Pedí que, al menos, colocaran un hito que hiciera
referencia a esas obras, dejando una pequeña franja de al menos un adoquín para
enseñarles a las futuras generaciones como habían sido esas arterias un tiempo
atrás. No lo logré. Sin embargo, sigo trabajando por esta ciudad para que
preserve su patrimonio y consolide su identidad o identidades.
Como señalara Endere: Recuperar el patrimonio cultural de nuestra ciudad, nos ayudará a conectarnos con nuestro pasado en sentido amplio, un pasado que va más allá de nuestros abuelos, de la memoria familiar; un pasado que nos une a nuestra tierra, a todo lo que en ella ha acontecido hasta tiempos recientes y que contribuirá a la postre a definir más claramente quiénes somos y que deseamos ser.
Fuentes
-SCHWEITZER, M.,
PETROCELLI, S. y SCARDINO, M. (2018). Las localidades intermedias y los
sistemas urbanos-regionales en Argentina. X Seminario Internacional de
Investigación en urbanismo. Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la
Universidad Nacional de Córdoba. Disponible en:
http://hdl.handle.net/2117/133606
-Diario El eco de Tandil
-ENDERE, María Luz. Algunas reflexiones acerca del
patrimonio, en Patrimonio Ciencia y Comunidad.
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