05/01/2017

Mundo

La creciente tensión por el agua para Damasco enfrenta entre sí a los garantes de la tregua siria

La tensión entre Irán y Turquía -garantes junto a Rusia del cese de fuego
en Siria- aumentó hoy por la lucha del gobierno sirio y Hezbollah contra
los rebeldes que controlan la provisión de agua de Damasco, mientras en
Alepo Este la población va retornando a sus viviendas aun sin los servicios
básicos.
El jefe de la diplomacia turca, Mevlut Cavusoglu, acusó ayer a las milicias
proiraníes y el ejército sirio de violar la tregua alcanzada por un acuerdo
entre Rusia, Turquía e Irán, especialmente en la zona del Wadi Barada, que
abastece de agua al 80% de la población de Damasco, capital de Siria.
Para Cavusoglu, las violaciones de la tregua pueden poner en peligro el
acuerdo tripartito entre Teherán, Ankara y Moscú para alcanzar un alto el
fuego en Siria. El canciller turco añadió que su país y Rusia -firme aliado
de Damasco- trabajan en un nuevo acuerdo de sanciones contra los grupos que
no lo cumplen.
El acuerdo prevé una nueva ronda de negociaciones entre el régimen sirio y
la oposición, prevista para el 23 de enero en Astaná. Según Cavusoglu, las
violaciones hacen peligrar la reunión programada.
Hoy, el portavoz de la cancillería iraní, Bahram Qasemi, calificó de "no
constructivas" las declaraciones de Cavusoglu, y retrucó que quienes
violaban el alto el fuego pertenecían a la oposición armada siria
respaldada por Ankara.
Qasemi replicó en un comunicado que "las denuncias de Turquía solo harán la
actual situación más complicada y aumentarán los problemas que afronta la
solución política a la crisis siria", y agregó que "Turquía no debería
decir nada que no se corresponda con la realidad".
El vocero iraní aseguró, finalmente, que hay pruebas concretas de la
responsabilidad de los rebeldes en la violación del cese de fuego,
informaron las agencias de noticias DPA y EFE.
Cavusoglu responsabilizó especialmente a la milicia libanesa Hezbollah, y
pidió a Irán que cumpla con su responsabilidad y ejerza su influencia sobre
esos grupos.
El portavoz iraní de relaciones exteriores subrayó hoy que Teherán "aplica
de forma seria los acuerdos" y consideró que la visión de Turquía es
"contraria a la realidad" sobre el terreno.
Al respecto, aseguró que los grupos rebeldes han violado el cese de
hostilidades incluso en 45 ocasiones en un solo día, por lo que sugirió a
las autoridades turcas tomar cartas en el asunto en vez de acusar a otras
partes.
A su vez, el enviado especial de la ONU para el conflicto en Siria, Staffan
de Mistura, sostuvo que el éxito de la reunión en Astaná para intentar
poner fin al conflicto sirio depende de la "consolidación" del alto el
fuego en el país y de la capacidad de influencia de Turquía y Rusia sobre
las partes.
Se trata de dos países "altamente influyentes" y con una "importante
presencia sobre el terreno", que actúan como garantes de la tregua, en
vigor desde el pasado 30 de diciembre, dijo el diplomático.
De Mistura confirmó que su equipo "participará" en la cita de Astaná y que
contribuirá a que el encuentro arroje resultados tangibles que sirvan de
base para la cita del 8 de febrero en Ginebra que él ha convocado.
La mayor parte de las denuncias se refiere a los combates que se están
produciendo por el control del Wadi Barada, un valle al noroeste de
Damasco, donde se encuentran las principales tomas de agua de la ciudad y
sus alrededores.
Desde el 22 de diciembre, hasta el 80% de los habitantes de la conurbación
llegó a carecer de agua para el consumo y la ONU desplegó un operativo
humanitario para hacerla llegar con camiones cisterna, complementando los
esfuerzos del gobierno de Bashar Al Assad.
Las fuerzas del gobierno y las milicias de Hezbollah aseguran que en Wadi
Barada operan el Estado Islámico (EI) y el Frente Fateh al Sham
(inicialmente, sección siria de Al Qaeda), que están excluidas de la
tregua. Grupos armados "moderados", como el Ejército Libre Sirio (ELS)
apoyado por Turquía, lo niegan.
Simultáneamente, el gobierno sirio lanzó un proceso de "reconciliación" con
una propuesta de 46 cláusulas, que se negocian pueblo a pueblo, y que
incluye la entrega de armas y evacuación de las localidades por los
combatientes.
Hoy, ese plan, que avanza muy lentamente, fue rechazado por el islamista
Movimiento Islámico de los Libres de Sham, que opera en las localidades de
Yalda, Babila y Beit Sahem, también cerca de Damasco, aunque esta vez al
Sur.
La compleja guerra civil en Siria, en la que la agencia alemana de noticias
DPA resalta que hay una gran participación extranjera, dura ya casi seis
años, provocó más de 400.000 muertos y millones de desplazados y
refugiados.
En tanto, y pese a la devastación de la ciudad y las bajas temperaturas,
cientos de personas están regresando a sus hogares situados en los barrios
orientales de Alepo, después de que, dos semanas atrás, el gobierno
restableció su control sobre esos distritos, en manos de grupos yihadistas
desde hacía casi cinco años.
A pesar de que los barrios orientales de Alepo continúan sin electricidad
ni agua en sus hogares, muchas familias evitan trasladarse a los refugios
improvisados para desplazados que el Damasco preparó en naves industriales
desafectadas temporalmente de la producción para recibirlos, en el lindero
pueblo de Jibrin.
El Ejército sirio declaró el pasado 22 de diciembre Alepo como ciudad
"libre de terroristas", tras la salida de la última tanda de evacuados de
sus distritos sitiados por los rebeldes.

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