21/02/2017

Mundo

Beijing advierte a Washington por el envío de un portaaviones al mar de China Meridional

El gobierno chino advirtió hoy a Estados Unidos por el envío de su
portaaviones USS Carl Vinson a aguas del mar de China Meridional, el
primero desde que Donald Trump llegó a la Casa Blanca, calificó el hecho
como una amenaza a su soberanía y pidió que Washington "haga más" por
mantener la estabilidad en la región.
"China respeta y mantiene la libertad de navegación y vuelo en el mar de
China Meridional, pero se opone a los intentos de cualquier país de
amenazar y socavar la soberanía y seguridad nacional en nombre de esa
libertad", dijo un portavoz de la Cancillería, Geng Shuang, informó la
agencia de noticias EFE.
El portaaviones estadounidense, acompañado por su grupo de escolta, navega
desde el pasado 18 de febrero por esas disputadas aguas, sobre las que
China reclama la soberanía casi en su totalidad y por las que mantiene
litigios con varios países vecinos, que tienen reivindicaciones similares.
Geng aseguró que, gracias "a los esfuerzos conjuntos" de todas las partes,
se ha alcanzado una "situación más estable" en el mar de China Meridional
en los últimos meses, por lo que reclamó a Estados Unidos que no altere esa
coyuntura.
La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca elevó notoriamente la tensión
entre Beijing y Washington, y en enero pasado, el entonces nominado a la
Secretaría de Estado, Rex Tillerson, dijo que Washington enviará a China
"una clara señal" de que, primero, debe cesar la construcción de las islas
artificiales y amenazó con no permitirle el acceso a las mismas.
La respuesta china no se hizo esperar y pocas horas después el diario
Global Times, ligado al Partido Comunista de China, publicó un crítico
editorial en el que advertía que si la diplomacia del equipo de Trump
proseguía con sus desafíos, ambas partes "deberían pensar en prepararse
para un enfrentamiento militar".
El pasado 12 julio, otro elemento de tensión regional se había producido
cuando la Corte Internacional de Arbitraje de La Haya desestimó -a petición
de Filipinas- las pretensiones territoriales de Beijing dentro de la
llamada "línea de los nueve puntos".
El tribunal decidió que no hay evidencias históricas de que China haya
ejercido un control exclusivo sobre las aguas de este mar, que reclama casi
en su totalidad.
También le acusó de haber violado la soberanía filipina y causado graves
daños a los arrecifes de coral con la construcción de islas artificiales.
La sentencia fue celebrada por Filipinas, que había apelado de forma
unilateral a la Corte de La Haya a principios de 2013, pero provocó un
enérgico rechazo de China que negó la jurisdicción del tribunal y la tachó
de nula.
El actual presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, puso sin embargo en el
congelador la decisión del tribunal -que por ser arbitral solo puede
pronunciarse a pedido de dos partes, y no de una sola- e inició una
política de aproximación a Beijing, también en el tema de la soberanía
marítima.

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